Desde fines de la década del 1970 se viene hablando (OMS/OPS) sobre
la necesidad de integrar las medicinas tradicionales dentro de los sistemas
oficiales para mejorar la calidad de los servicios de salud. Esto, sobre todo
por razones de orden cultural y económico (80% de la población mundial está en
una situación cultural y económica que define su preferencia y dificulta su
acceso a la medicina occidental).
Las principales estrategias desarrolladas
para lograr esta meta han sido las investigaciones de las plantas medicinales,
para conseguir una validación científica de los tratamientos herbolarios, y la
movilización y capacitación de los recursos humanos de la medicina tradicional
(curanderos, parteras, chamanes, hueseros, etc.). Paralelamente, se han
realizado un sin número de eventos a nivel nacional e internacional, como
conferencias, talleres, encuentros. Países como China, India y Tailandia han
conseguido avances significativos en la articulación de modelos integrales de
salud. En América Latina, México, Nicaragua y Brasil tienen experiencias
interesantes.
En
esta región amazónica del Ecuador, a pesar de los esfuerzos que se han hecho en
los años anteriores para promover la aplicación de la medicina tradicional y su
integración con la medicina occidental, es de reconocer, cuando un viaja a las
comunidades del interior, que muy pocos logros se han conseguido en la práctica.
Hasta la fecha, no se conocen experiencias de integración que realmente
funcionan para demostrar las ventajas del modelo integral de salud.
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